martes, febrero 28, 2006

El viaje a Tijuana sirvió para una cosa: no extraño nada.

Aunque fue muy poco tiempo, no me quedó la sensación de necesitar más. Vi a mi familia, la disfruté. Pero la verdad no la extrañaba. No se cómo explicarlo. Hablo con ellos diario, gracias al internet. Inclluso los veo con una web cam. Hablo incluso más con ellos que cuando estaba allá.
La ciiudad en sí no ha cambiado nada. La comida tampoco representó gran cosa. Entonces no hubo nostalgia ni melancolía.
No se si volvería a vivir ahí. No lo pienso como posibilidad, como tampoco pienso como posibilidad moverme de aquí. Y es que para que adelantar. Lo único es que no me molestaría no regresar.

El viaje fue interesante por ver eso, por explorar esa sensación. Son pocos meses los que he estado alejado, pero era la primera vez que salía de la ciudad a vivir fuera. Todo sigue igual, creo queestoy bien adaptado.

Y lo mejor fue la última sensación. el deseo que dentro de mí tenía por regresar a mi casa. Por volver a Dallas.

Manual de Instrucciones


No se cómo le hagan otros, yo simplemente no he sabido cómo hacerle.

En algunos blogs he leído algunas referencias en torno a la educación de los hijos. Pero para mi la partenidad es algo que no logro aterrizar. Cómo demonios se le hace para educar a un hijo. El asunto no es tanto en lo que se debe hacer sino en cómo hacerlo. Aunque es evidente que no hay un manual de instrucciones el sentido común puede ayudar. Sin embargo nunca había tenido la incertidumbre sobre eso. Hay noches en que simplemente no puedo dejar de pensar en si educo bien a mi hijo. El pequeño Nemo tiene tres años y empieza a preguntar mil cosas.

Ahorita está en esa etapa, luego vendrán otras y la verdad no tengo idea como reaccionaré. Digo, soy bastante más relajado que mi padre y liberal, pero eso no significa que sepa como abrirle el mundo a su entendimiento. No se hasta que punto soy yo el guía o si la vida se encargará de ello.

Y aquí no se trata de amor o cariño, se trata de cultura, de educación, de costumbres. Obviamente el escenario en que se desarrollla es distinto al que yo tuve. Vivir en Estados Unidos representará, sino un reto, al menos una variante a la que yo viví.

Es cliché decir que uno aprende con los hijos, pero no por eso menos cierto. Me encantá crecer con él, pero la incertidumbre de qué tan buen padre podré ser - o soy ahorita - está presente en todo momento.

lunes, febrero 27, 2006

CRUDA MORAL

Solamente dos veces en mi vida he perdido la conciencia bajo el influjo del alcohol. Una fue cuando tenía 16 años y por andar probando de todo tipo de licores terminé ahogado. La segunda vez fue el viernes pasado.

Suelo ser un tomador social de bajo perfil. Prefiero beber en mi casa y nunca ha niveles altos. Pero tengo como debilidad las bodas. A pesar de que las fiestas en logeneral no me gustan, disfruto ir a las bodas, donde la atención está enfocado en alguien más y puedo beber y bailar incluso con tranquilidad.

Este viernes fue la boda de mi hermana y sirvió para mi regreso a Tijuana, por un par de días. Al momento de escribir estas líneas estoy en Dallas y tengo todavía un dolor de cabeza.

Además de la pérdida de conciencia vino también la de parte de lo bebido y comido, vomitando en un par de ocasiones. Hice una escena. Por suerte solamente hubo tres o cuatro testigos, todos cercanos a mi. En la fiesta nadie se dio cuenta y es que esa es otra de mis características, borracho me veo igual que sobrio.

Lo último que recuerdo es haberme parado a bailar a las 8 de la noche. A las 5 de la mañana abri los ojos para descubrir que estaba acostado en una cama extraña, con dolor de cabeza, mareos y sin tener una idea de lo que había pasado.

Detrás de todo eso queda la cruda moral. El pequeño remordimiento, no tanto de haber hecho el ridículo sino de haber perdido el sábado por completo debido a mi lamentable estado anímico.

La broma al día siguiente fue general, con unos meses de vivir en Estados Unidos, soy un clásico sprinbreaker que no aguanta nada.

lunes, febrero 20, 2006

Mi lector precioso, mi héroe, chingao, es imposible dejar pasar esta semana sin comentar esa bella estampa de la idiosincrasia política mexicana que nos trajo el gobernador de Puebla, Mario Marín.

Estuve esperando dos botellas de cognac que me convencieran de no escribir nada al respecto, pero o las detuvieron en la aduana o Marín tenía otras preocupaciones.

El asunto es que al momento de leer en La Jornada la trascripción de las llamadas telefónicas hechas entre Kamel Nacif y diversos personajes, me llamó la atención una en lo particular, la hecha a un periodista.

Conforme pasaron los días, las llamadas ocuparon los principales espacios de los medios de comunicación, sin embargo a pesar de la difusión, la llamada con el reportero, presuntamente un corresponsal de un diario nacional y de radio, se mencionó muy poco.

En la nota escrita por Blanca Petrich para La Jornada, se menciona que la llamada es hecha con ?uno -periodista en activo- al que llama Andrés o ''muñeco''.

Desde que leí eso, me pregunté, por qué demonios una reportera profesional como Petrich podía dejar ese dato tan vago. Bastaba una llamada a algún reportero conocido en Puebla para saberlo, bastaba simplemente poner en Google el nombre de Andrés, Kamel, Puebla y Lydia Cacho para saberlo.

Lo más lógico es que por tratarse de un eslabón menor no tuviera importancia. Sin embargo siempre me quedé con la sensación de que no buscarle era también intencional.

Andrés Becerril se llama el reportero. Tiene años de experiencia y ha pasado por muchos medios. Al momento de la grabación se desempeñaba no como corresponsal, sino como reportero de Milenio Diario.

Ya no trabaja en ese medio. En entrevista de radio, según leo en un comentario editorial de quien fuera su jefe en Milenio, Carlos Marín, Becerril reconoció su culpa.

Desde que inicie en el periodismo me quisieron enseñar algunas malas mañas, entre ellas había una importante a la que siempre le saque la vuelta: entre gitanos no se lee la mano y perro no come perro.

Me hubiera gustado saber qué pasó con ese reportero después de este escándalo, ya que se hablaba de su posible incorporación al periódico Excelsior. Me hubiera gustado leer notas de seguimiento al caso, poner en evidencia la actuación tan poco ética de este mercader de la pluma.

Pero sobre todo, me hubiera gustado que su caso sirviera de ejemplo acerca del triste papel de algunos reporteros, que en este caso se venden por unos cuantos pesos.

Si alguien es capaz de venderse a un sujeto como Nacif, que no harán cuando llegan los ofrecimientos del narcotráfico, cuando el poder logra corromper tan a fondo.

Recuerdo que en uno de los narcovideos un sujeto decía que iban a matar a una reportera que no cumplía su parte en un arreglo con los narcos. Desconozco si esto fue o no verdad, pero valdría la pena saberlo, conocer esas historias.

Es muy fácil señalar a los policías corruptos, a los políticos corruptos. A lo mejor también es tiempo de señalar a los reporteros corruptos.

martes, febrero 14, 2006

La visión del centro

Durante muchos años lo padecí y en mucho uno no lo dice porque no es llorón, porque eres institucional y porque no quieres hacer enemigos de a gratis. Pero hay un hecho que cualquier reportero de "provincia" lo sabe: muchos reporteros del DF, muchos, son un asco.

En parte por la actitud, en mucho porque así los forman los periódicos a los que pertenecen. Se sienten paridos por los dioses, sienten que todo lo merecen y ven hacia los estados como dios a los conejos.

Sienten que todo lo saben y con la mano en la cintura pisotean el esfuerzo de los reporteros de periódicos locales.

En mi caso lo padecí de mil formas. Desde los enviados que sienten que tienes que ser un guía de ellos en la ciudad, en el mejor de los casos, hasta el que piensa que tiene chalán.

Padecí además el robo en despoblado. Realizar trabajos, coberturas de toda la noche, mal comer en busca de una noticia, para que el reportero en turno en el DF recibiera un boletín y te quitara la nota, no sin antes volarte tus datos.

O en los casos en que el reportero de allá cree que sabe mas que tú de la ciudad y se pone a corregirte, borrarte información.

Claro que había las excepciones, hubo algunos con los que trabajar era un gusto, que están más allá del asunto de las firmas, con los que intercambiar información era fácil, pero esos son realmente pocos.

Ahora me entero de que algunos reporteros nacionales se han negado ha acudir a Nuevo Laredo a realizar trabajos especiales por el tema del narcotráfico. No me extraña, es bonito ir con el pool, con la comitiva, es bonito recibir la información en boletín.

Y que sucede en esos casos, mandan a la carne de cañón, a los corresponsales que no les queda de otra que sacar la chamba como siempre lo han hecho. En otros casos se aprovecha los convenios para retomar la información de los diarios locales y salir con información que permita lucir después los boletinos hechos desde el centro.

lunes, febrero 13, 2006

Torino 2006

En ningún contexto siento más desprecio por los gringos que en las Olimpiadas. Esa manera de actuar como estrellas de rock de sus deportistas, esa visión tan subjetiva me produce ese sentimiento. Ver en la televisión la vcobertura da náusea. Eso de presentar a sus competidores como héroes, con historias de vida escritas en algún escritorio de Hollywood me molesta.

Acostumbrado a las coberturas mexicanas que suelen ser en vivo, ver un resumen en la telelvisón gringa me desespera. Solamente destacan a sus estrellitas, dedican 15 minutos a la vida de una patinadora que decidió mejor no competir por tener un dolor en la pierna, en lugar de cubrir las competencias.

He de decir que realmente disfruto cuando pierden alguna medalla. Cuando la patinadora estrella titubea y cae. Cuando las sonrisas se borran y los comentaristas empiezan con sus pretextos y justificaciones.

BATMAN (Fragmento)
José Carlos Becerra

Ir y venir alrededor de una silla,
enrevesado viaje alrededor de una silla, guardando el equilibrio difícilmente
al caminar y girar sobre un hilo finísimo de saliva.

Ir y venir, habladuría alrededor de una silla donde está un extraño traje doblado,
ir y venir alrededor de un viejo y descompuesto automóvil que estorba el tráfico en la carretera,
gestos entrecruzados, habladuría de ventanas y escaleras
labrando la estatua cuyo sentido griego vacila y se viene abajo en el trayecto entre una ventana y un reflector que no se ha encendido,
mientras los cascarones rotos de la oscuridad crujen y se disuelven bajo el brusco aleteo con que la oscuridad va impulsando la noche.

Y otra vez te paseas,
¿quieres desovillar el hilo de saliva, el hilo de palabras sobre el que te balanceas en precario equilibrio?
En qué juego de tus frases, en qué humillante silencio has puesto el oído?
Y otra vez te paseas y otra vez te vuelves hacia la ventana,
pero ese resplandor? pero ese resplandor que descubres de pronto,
es el amanecer,
¡palidísimo gesto de esa luz entre los edificios, donde el silencio enhebra las pisadas lejanas de todo lo nocturno.

¿Y ahora,
qué es lo que sientes que se aleja,
como alguien corriendo descalzo por la playa, entre la niebla que la luz va a ocupar?
¿Y en esa claridad en aumento, acaso puede todavía distinguirse
la señal de un reflector encendido?

Paseos alrededor de una silla donde está un extraño traje doblado,
monólogo alrededor de una silla donde está un simulacro en forma de traje doblado,
mientras el amanecer se deja llevar por su propia marea ascendente, y por el ruido de las barredoras mecánicas y de los primeros camiones urbanos
que aparecen por las calles desiertas.

Invierno en Dallas

La mañana entra por la ventana como si se tratara de una más a las que has visto desde que llegaste a esta tierra. Desde un inicio lo sabías, te lo dijeron una y otra vez, aunque lo desestimaste.

Finalmente, las condiciones climáticas de ninguna forma iban a cambiar tus planes ni los de la familia, así que le diste menos importancia.

Y es que seamos sinceros, pasar una navidad a 27 centígrados no resultaba para nada atemorizante. Pasaste el mes de enero disfrutando de un clima veraniego. Bastaba ver el comparativo entre las temperaturas diarias entre Tijuana y Dallas, para sentir que en realidad no había ninguna diferencia.

Una pequeña nevada te alertó, aunque pensaste que se trataba de un hecho inusual, un pequeño descenso que servía para estrenar la gran chamarra y tratar de prender por primera vez la chimenea.

Tu falta de pericia se notó justamente en ese hecho. Nunca en tu vida habías tenido una chimenea y eso generó que la casa se llenara de humo y la maldita alarma no dejara de sonar hasta que colocaste el ventilador.

Pensaste ese día, y solamente ese, en ir a la una de las pistas de patinaje para por primera vez andar sobre hielo, pero la pereza ganó y decidiste que lo mejor era aguardar en casa a que pasaran los malos días, como finalmente sucedió al cabo de un par de ellos.

Ahora lo sabes. El viento de la mañana te lo hizo saber. Algo cambió en tu vida y es este cambio el que más cala en los huesos. Por primera vez en tu vida sentiste lo que es estar debajo de los cero grados.

Y es que lo repitieron en las noticias un par de veces. El invierno fue atípico. Desde 1928 la ciudad de Dallas no había registrado un mes tan cálido.

Escuchas todo eso y piensas que en el fondo eres un pequeño burgués acostumbrado a la comodidad. Que en el fondo el frío se combate con la calefacción y pagando el doble en el recibo de electricidad.

Poco piensas en la gente que realmente sufre por el frío, aquellos que en la sierra saben lo que son las bajas temperaturas, esos que aguantan y están curtidos. A ese frío sobreviven niños y ancianos.

Y tú aquí te quejas, te sorprendes, sufres. Realmente sufres esos cinco minutos que tarda el tren en llegar a la estación ? y que son los únicos en que estas expuesto al viento ? para llegar corriendo a la oficina a disfrutar del ideal dado por un termostato.

Sabes que algún día tendrás que acostumbrarte.

Pero en estos momentos te sientes un foráneo y para ti, justo ahora, la vida se mide en Fahrenheit.

viernes, febrero 10, 2006

Han pasado cuatro meses...

Aterricé un 10 de octubre en mucho con el ánimo que tengo ahora. El choque fue leve. Los cambios, ya los he comentado aquí.

Extraño pocas cosas, pero aprecio muchas por tenerlas ahora. Tiempo, sobre todo. Duermo bien, sin tener que pensar en que una llamada telefónica me va a sacar de la cama a una hora incomoda. Dejé de manejar, el tren es una maravilla. Estoy haciendo ejercicio desde hace un mes y me ha caído bien. Leo, escucho música. Hago planes. Mis tiempos muertos se me van en planear dos viajes, el primer con escala en Suiza. El segundo a Las Vegas. El trabajo es totalmente creativo, da satisfacción. El sueldo también. Cada lunes llegó con energía, con la emoción de hacer algo que disfruto... y sin embargo, quizás soy masoquista. Extraño enormemente el periodismo.

jueves, febrero 09, 2006

Super Bowl

Tenía un par de días queriendo escribir de esto. Ahorita leí algo de Daniel Salinas al respecto y me acordé.

Para mí el Super Bowl nunca ha sido motivo de emoción extrema. El mundo no se detiene ante un partido así. Sin embargo suelo ver mucho futbol americano. Desde mi llegada a tierras gringas, esa costumbre creció, sobre todo con dos partidos, el del domingo por la tarde y el lunes por la noche. Nada me es más grato que sentarme un lunes con una cerveza, una botana a ver futbol. Se parece a la emoción de las jornadas dobles del futbol mexicano. No importa quién juegue, ver un partido a las 8 de la noche y poder tomar un trago es siempre agradable en miércoles o jueves.

En fin, que ahora con mis nuevas responsabilidades he visto el juego desde una nueva perspectiva que nunca me imaginé: veo el partido por los comerciales. La industria de la publicidad vive para ese día. Meter un comercial en el medio tiempo es para las agencias de publicidad el verdadero paraíso. Así que ver el concurso de creatividad (que ahora pasó de largo) es un motivo más para verlo.

En lo particular no encontré mucho por ver. Ni en el partido ni en los comerciales. Lo mejor de ese día fue haber estrenado el asador y preparadoo ahí un riquisimo bistec.

Ahora que si Daniel dice que los Rolling Stones fueron lo mejor del Super Bowl... ya valimos. Me pareció una actuación bastante mediocre, un Jagger falsamente emotivo y una presentación solamente cumplidora. Además, porque demonios tiene que cantar las mismas canciones de siempre.

martes, febrero 07, 2006

hay poetas que regresan una y otra vez a mî... este es uno de ellos.


Constantino Cavafis
Esperando a los bárbaros


¿Qué esperamos agrupados en el foro?

Hoy llegan los Bárbaros.

¿Por qué esta inacción en el Senado?

¿Por qué están ahí sentados sin legislar los Senadores?

Porque hoy llegarán los bárbaros.

¿Qué leyes van a hacer los senadores?

Ya legislarán, cuando lleguen, los bárbaros.

-¿Por qué nuestro Emperador madrugó tanto
y en su trono, a la puerta mayor de la ciudad,
está sentado, solemne y ciñiendo su corona?

Porque hoy llegarán los bárbaros.
Y el emperador espera para dar
a su jefe la acogida. Incluso preparó,
para entregárselo, un pergamino. En él
muchos títulos y dignidades hay escritos.

-¿Por qué nuestros dos cónsules y pretores salieron
hoy con rojas togas bordadas;
por qué llevan brazaletes con tantas amatistas
y anillos engastados y esmeraldas rutilantes;
por qué empuñan hoy preciosos báculos
en plata y oro magníficamente cincelados?

Porque hoy llegarán los bárbaros;
y espectáculos así deslumbran a los bárbaros.

-¿Por qué no a acuden, como siempre, los ilustres oradores
a echar sus discursos y decir sus cosas?

Porque hoy llegarán los bárbaros y
les fastidian la elocuencia y los discursos.

-¿Por qué empieza de pronto este desconcierto
y confusión? (¡Qué graves se han vuelto los rostros!)

¿Por qué calles y plazas a prisa se vacían
y todos vuelven a casa compungidos?

Porque se hizo de noche y los bárbaros no han llegado.
Algunos han venido de las fronteras
y contado que los bárbaros no existen.

¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros?

Esta gente, al fin y al cabo, era una solución.

lunes, febrero 06, 2006

Quién iba a pensar que estaría yo escribiendo fábulas y rimas infantiles para un folleto médico... yo no.

LOS LIBROS DE COCINA

Desde hace muchos años le tomé el gusto a la cocina. Preparar un platillo era para mí un motivo de relajamiento,, con un toque de creatividad.
Aprendí dios sabe de dónde, pero la cosa es que me encanta cocinar. Ahora, junto a eso, ha nacido en mí el gusto por comprar libros de receta.
La última adquisición es un libro de más de 400 páginas sobre la comida japonesa. Y es que en las últimas semanas nos hemos dedicado a preparar sushi. El pequeño Nemo es un fanático del sushi y hay que complacerlo.
El asunto es que el libro dedica la mitad de su contenido a dar recetas de todo tipo de platillos japoneses. La otra mitad es algo exquisito. Es una explicación histórica sobre la cocina japonesa.
Explican de forma detallada el origen de los ingredientes, las diferencias entre los tipos de arroz, las zonas donde se producen e incluso un poco de temas políticos y sociales.
Tenía mucho de no emocionarme con una lectura de ese tipo. Tenía mucho de no disfrutar el ser tan ignorante en un tema y tener a la mano la herramienta para combatirlo.