lunes, junio 20, 2005

Una de mis primeras lecciones que recibí de parte de compañeros reporteros fue casi una amenaza...perro no come perro. El consejo siguió llegando cada determinado tiempo, entre gitanos no se lee la mano, el carnicero de hoy será la res del mañana.

La idea era sencilla, no critiques al gremio. A mi en lo particular el gremio siempre me ha dado gueva. Son simples mafias de poca monta. Ganstercillos baratos que con miedo hacen creer a politiquillos baratos que si no los apoyan entonces no serán nadie en la vida pública.

Y ahí los ves, organizando fiestas para que la perrada esté contenta, entregando regalos navideños, apoyos para los quince años.

El caso de la cena de Hank fue igual a las de siempre, con la diferencia es que Hank todo lo tiene que hacer a lo grande, vistoso. Pero el nivel de corrupción entre los reporteros es el mismo.

Leia en la página de Fausto un comentario sobre la crítica a los actos de corrupción. Y el principio es el mismo, no hay que criticar porque somos iguales. Ni madres. Cada quien juega a lo que quiere, cada quien decide si acepta un vaso de agua, un sobre con dinero, una dosis o un terreno. Muy su bronca aceptarlo y muy mi bronca criticarlo.

Que si los reporteros de Televisa recibieron todo tipo de regalos. Allá ellos y su decisión. Pero para mi es claro que mi visión hacia su trabajo cambia, me genera un tipo de asco. No se trata de dárselas de puro, pero lo mínimo que se debe tener es congruencia.

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