jueves, agosto 21, 2008

El otro día manejando pensaba en algo. Yo sería el peor ejemplo para un motivador profesional. Soy lo contrario al discurso del ser excelente, de la superación personal y el esfuerzo extra.

Soy un pez más del cardumen. No soy Juan Salvador Gaviota queriendo elevarse más allá de los límites. No soy ese que se despierta creyendo que con actitud podré cambiar el mundo. No soy macho alpha ni el gorila. Me gusta perderme en el grupo, esconderme mientras el cardumen se pasea por el fondo del mar. Cuando llega una ballena no me queda más que esperarme a no ser comido, sin dar la lucha. Y muchos no lo entienden. No es mediocridad. Es que simplemente a mi lo que me gusta es nadar.

Disfruto algunas cosas y con eso me basta. Terminé la carrera y ese mismo día me dije a mi mismo que no haría nada por titularme. No mientras pudiera evitarlo. Simplemente no lo necesitaba para el periodismo y ahora menos en la mercadotecnia gringa. Aquí habla el trabajo y no el título. Supe que no estudiaría una maestría ni un doctorado porque no era por ahí lo que me llamaba. No había nada para mí. Cambié de trabajo y de perfil cuando sentí que el periodismo no me daba más. Y no porque yo lo sepa todo, simplemente donde estaba no podía aprender más.

El asunto es que ahora estoy en nueva pecera.

London Kill Me

Bueno, no es Londres sino Austin. La mudanza ha resultado más pesada de lo que jamás pensé. No me gusta Austin. Se que es raro decirlo cuando tengo apenas un par de meses, pero simplemente no empatamos la ciudad y yo. Bueno, lo replantearé. No me gusta mi vida en Austin.

Cuando llegué a Dallas, llegaba a una ciudad que me esperaba, que me recibía. A un trabajo donde me querían. Sonará cursi pero era tanto la ciudad como mi trabajo eran esos padres primerizos. El asunto es que con el cambio de trabajo, donde una empresa más grande compró a la empresa donde yo trabajaba, me siento como el hijo de una divorciada que se vuelve a casar. Así que ahora son mis hijos, tus hijos y nuestros hijos. Bueno, pues yo soy del grupo de "tus hijos" y me siento observado en todo momento.

Lo curioso es que es más el sentimiento unilateral. El trabajo en la oficina ha sido bueno. Tanto en lo profesional como en lo personal. Sin embargo el cambio me ha pesado un poco.