No me ha tocado vivir situaciones más difíciles hasta el momento (espero no vivirlas) que el manejar a las 3 de la mañana hacia un hospital con mi bebé ardiendo en fiebre.
Tras llegar a la Cruz Roja, una atención rápida y excelente. Una hora mas de observación y de regreso a casa.
Los treinta o cuarenta minutos después de acostar al niño en la cuna son contrastantes. Siento tranquilidad, siento miedo, siento un amor enorme hacia ese pequeño que antes de dormir logró darme una sonrisa.
Si el blog me vuelve optimista, mi bebe más. Quizás me vuelva también alguien cursi, pero eso viene dentro del softare de la paternidad, que se le va a hacer.
miércoles, octubre 08, 2003
el Rene at 4:51 p.m.
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