jueves, junio 15, 2006

Nada hay peor que empezar a leer con prejuicios. Incluso con aquellos que son prejuicios positivos. Eso me pasó con Vargas Llosa. Llegué a leerlo con ciertas ideas, esperando demasiado de ella en un sólo sentido. Entre los libros del peruano, el que más me ha gustado es Elogio de la Madrastra. Ese manejo fino del erotismo me atrapó. Así que cuando lei en una reseña que Travesuras de la Niña Mala era la continuación en el manejo del erotismo iniciado en el Elogio, esperaba una excelente novela.

Pero no fue así. Quizás esperando menos de ella me hubiera gustado más. Y es que al leerlo, uno se da cuenta que Vargas Llosa tiene colmillo, sabe contar, tiene recursos, pero - pensando en el brazil futbolero - no tiene magia, no tiene algo que me haga click.

Resultó una lectura amena, interesante, pero hasta ahí. Ahora buscaré llegarle a La Fiesta del Chivo y a los Cuadernos de Don Rigoberto...que leo también que se trata de un seguimiento - éste si con los mismos personajes- del Elogio.

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