lunes, enero 23, 2006

Tiempo Libre

Siempre he sido un jugador de media cancha. Siempre he leído, primero con mucha pasión, luego en la carrera con más que otra cosa disciplina y ahora con poco de las dos. Los libros me enganchan y puedo perder una noche leyendo. Desgraciadamente mi nivel de lectura ha bajado n mis años matrimoniales y no se diga a partir de la llegada del pequeño Nemo. No es que me dé lata, simplemente no lo veo en todo el día y lo que menos le debo es atención.
Los momentos del tres me han servido para leer, pero igual, solamente son 40 minutos.

Con la música me pasa distinto. Antes no escuchaba música más que cuando me subía al carro pero mi sentido periodístico me hacía escuchar la mayor parte del tiempo noticieros. Ahora escucho música todo el tiempo. Estar sentado en la oficina junto a cinco o seis personas más nos obliga a todo mundo usar audífonos, que sirven por una parte para no distraerte.
Escucho todo tipo de música. Gracias a una red interna, es posible entrar a los archivos de música de los compañeros, así que es posible tener una gran variedad.

Sin embargo, mi llegada a Dallas ha representado un enorme cambio en mi costumbre de ver cine. Aunque en Tijuana rara vez tenía la posibilidad de ir a un cine, aquí tengo el tiempo pero no la forma, pues no hay quien cuide al pequeño Nemo. En lugar de ello me he dedicado a ver películas en dvd.

Una de las maravillas de Estados Unidos es su comodidad en los servicios. Eso sucede con las películas. Gracias a Netflix, un sistema por correo para rentar películas, he podido ver 30 peliculas en dos meses.

Sumado a ello, ahora empiezo a hacer uso de la biblioteca cercana a la casa para sacar más música, más libros y más películas.

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