martes, julio 04, 2006

EMPATE RUDO

¿Y si nos quedamos así, con la incertidumbre de no saber quién perdió, sin tener un presidente electo?

¿Y si decidimos que nada puede ser peor a Vicente Fox y confiamos en la inercia de las instituciones, en la estabilidad de la economía?

¿Y si dejamos a alguien como encargado del despacho y así nos la vamos llevando hasta que por ahí del 2012 valoramos si necesitamos un presidente?

Imaginemos el escenario. Es miércoles por la noche y aparece en el monitor de la televisión Luis Carlos Ugalde, presidente del Instituto Federal Electoral, para anunciar que debido a lo cerrado del proceso, se determinó contabilizar acta por acta, por lo que los resultados se tendrán hasta el domingo 9 de julio.

Llegada la fecha, el mismo funcionario electoral aparece ante las cámaras, cada vez más demacrado, para informar a la ciudadanía que por petición de la Alianza por el Bien de Todos y la Alianza por México, se determinó la apertura y conteo de cada uno de las boletas, para así saber por fin quién ganó.

Un nuevo plazo se establece: 12 de Agosto.

Así, llegada la fecha nada se anuncia, todo sigue como si nada. En diciembre, sin ceremonia de por medio, Vicente Fox abandona el poder por la puerta de atrás. Detrás de él, su consorte sale cargando todo lo que puede, las toallas de cuatro mil pesos, los ceniceros, la lámpara, los libros de la Rabina Tagore y a su par de hijitos baquetones.

Lástima, lo más probable es que nada de esto suceda. Que Fox se aviente un aburridisimo discurso diciendo lo que logró. Y el que llegue haga lo mismo, prometiendo no falllarle a los mexicanos.

En medio de eso estará lo peor. Acusaciones de fraude, robo de votos, actas adulteradas. La otra parte dirá que hubo acarreo, operación tamal, pozole o como se llame ahora. Estaremos hasta las narices de mareas azules, amarillas y descoloridas.

De ahí pasaremos al plano legal, a los tribunales, a la petición de anular las casillas con problemas -porque siempre los fraudes se cometen en las urnas que pierden - y unos magistrados electorales presionados por las fuerzas políticas.

Ese es el lado oscuro de la democracia, el aburrido. El que hace que el abstencionismo sea cada vez más una opción. Así, ni ganas dan de saber quien será el ganador, ya todos perdimos.

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