miércoles, marzo 04, 2009

Demonios

Aun no es mi tiempo de vacas flacas, pero ya las empiezo a ver caer en los campos de los vecinos. Sí, sigo hablando de la crisis. Aquí a mi alrededor no hay muchas cosas de las que hablar ahorita que no sea eso. Si estuviera en Tijuana quizás hablaría de la violencia.

Siempre he estado acostumbrado a trabajar. Mi vida está lejos de ser dinámica y aventurera. Soy tranquilo, un animal de rutinas. Y durante mucho tiempo lo que mas he apreciado de la vida es la estabilidad. No es pedir mucho, creo yo.

El asunto es que tiene tiempo en que la estabilidad fue desplazada de forma violenta por la incertidumbre.
Todo empezó quizás hace un año en Dallas.

Cuando nos dijeron que la agencia donde trabajaba iba a ser vendida. Y de ahí empezó la caída libre. Arreglando la casa para venderla, preparando la mudanza de la misma, preparando una mudanza menor, la mía, que tenía que estar en Austin antes de tiempo.

Viajando cada fin de semana a Dallas para ver a la familia. De ahí ya establecidos en Austin empezamos a buscar guardería. Total, que no puedo comprar un galón de leche sin pensar si voy a estar ahí cuando la termine o tendré que dejarla.

Obvio que la inestabilidad me ha generado un cambio de actitud. Veo poco futbol. Salgo poco. Y no leo. Paso más tiempo en la oficina. Mi carácter se ha hecho un poco agrio con todo.

Y no es amargura, es miedo. De pronto me doy cuenta que tengo sobre la espalda una piedra enorme. Tengo dos hijos con asma que no pueden estar un sólo día sin cobertura médica. Así que la presión aumenta. Tengo una cita con migración para extender mi estadía en este país y en mucho dependo de que tenga el respaldo de mi trabajo para lograrlo.

El túnel se ve negro aun y lo peor es que a veces quisiera que se resolviera, como sea. Si he de estar en la oscuridad al menos sabría que lo que tengo que hacer es buscar velas.

El problema ahorita es estabilidad. Comprar o no comprar casa. Si la respuesta es no, ¿será entonces que rento una?. El fuego lo he sentido cerca y así me trae.

Incertidumbre, así se llama mi demonio en estos momentos.

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