Algo extraño de mi tierra. Esa costumbre de ver vida en las casas, sobre todo en la noche.

En las últimas semanas nos hemos dedicado a realizar un sano divertimento que consiste en ver zonas donde podríamos vivir. La idea es comprar una casa en unos seis meses. Los precios aquí lo permiten. Pero me llama la atención que después de las siete comienza a prevalecer el mismo ambiente. Las calles lucen vacías, no hay niños jugando en ellas, ni en los patios, no hay gente caminando, no hay ruido. Al fondo se puede observar una luz, señal de que los integrantes de la casa están observando la televisión.

Extraño eso, extraño ver movimiento en las calles. Poder salirme al patio y ver a la gente pasar.


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El pequeño Nemo aprende inglés poco a poco. En la casa solamente hablamos español, pero ha comenzado a jugar con algunos vecinos, la mayoría de ellos afroamericanos (nótese lo políticamente correcto que me he vuelto).

Se emociona de descubrir las diferencias entre los idiomas. Se emociona de descubrir que las caricaturas que ha visto siempre están en inglés, el idioma que está descubriendo.

Y llegó ayer con una nueva frase: Oh Man!!