martes, octubre 19, 2004

Por estos días empezaremos a escuchar comentarios en periódicos, lo mismo cada año.

Que si por qué celebrar Halloween, que si se desplaza al Día de Muertos. Que si las tradiciones, que si el proceso de desculturización.

Eso a mi me tiene sin cuidado.

Yo desde niño vi los dos eventos como hechos separados.

Y de uno de ellos me acuerdo hoy. Me acuerdo de las noches en que salíamos a recorrer las calles en busca de dulces.

La ventaja de tener primos gringos es que en halloween solíamos pedir dulces en San Diego. En pequeños fraccionamientos donde en una noche, no recuerdo de que año, llegamos a llenar dos bolsas del mandado cada uno con dulces.

Eran otros tiempo, cuando ni siquiera se pensaría que un empleado te preguntaría si deseabas bolsas de papel o plástico. Recuerdo que el mercado grande se llamaba Alpha Beta y eran unas bolsas enormes de papel.

El chiste no e eran dmente llenar dos bolsas de dulces, sino que eran dulces "de los buenos". Chocolates como snikers, almond joy o rocky road. Eran limoncitos, patas de gallo y muchos otros.

También estaban los clásicos dulces. Colmillitos que nunca me comía, calabacitas de azúcar entre otros.

Desde esas fechas estaba el rumor de las manzanas con navajas de afeitar. Siempre el rumor decía que el hijo de una señora que era amiga de una conocida había encontrado una navaja, alfileres, etc. Así que no podíamos hacer nada sin la supervisión de un adulto.

Los disfraces eran lo de menos. En esas fechas todo era por los dulces.

El tiempo pasó y mi espíritu antisocial se hizo presente. Nada de fiestas de disfraces de preparatoriano. Mucho menos en la universidad.

Hoy con el pequeño Nemo quizás deba irme haciendo a la idea de volver a salir a las calles.


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