De tiempo en tiempo me da por pensar si lo que hago vale la pena. No porque tenga muchas otras opciones, sino porque esto del periodismo a veces, muy seguido, entra en una dinámica sosa y aburrida.
El que se trate de un trabajo muy predecible hace perder el encanto. Noticias como la historia de unos padres que pierden a sus dos hijas por haberlas encerrado en su casa con cadenas y candados y cuando se presenta un incendio no pueden sacarlas me sacuden de forma recurrente.
La noticia se pierde. Cualquiera que esta sea, cuando llega una más escandalosa. Creo que en el caso preciso del incendio donde murieron las niñas se perdió muy rápido.
No hay tiempo de ponernos a pensar que llevo a unos padres a poner unas cadenas en la puerta, cuando tiene dos hijas de 11 y 12 años. Detrás de todo está la cuestión cultural.
Es precisamente ahí donde los medios de comunicación deberían de trabajar. Pero no. Nos limitamos a sacar la nota del padre gritando, la madre llorando y la casa hecha cenizas. El compromiso del periódico o noticiero se limita a averiguar si lo van a ayudar con una casita o con dinero para el funeral.
Y que sigue después , espera con la cámara lista a que pase la siguiente tragedia.
Yo se que es algo cíclico. Luego se me pasa. Las noticias no permiten que uno se distraiga.
martes, agosto 31, 2004
el Rene at 2:47 p.m.
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