Cuando escucho a Julio Sueco hablar de Aztlán me quedo perplejo. Me recuerda la visión de El Dorado. La creación - ficción - que les puede dar vida.
La idealización de un pasado. Es como la versión gringa de la historia, donde todo hombre bueno es un héroe.
Me recuerda una canción de Joaquín Sabina..
Y así fue como aprendí
que en historias de dos
conviene a veces mentir,
que ciertos engaños son
narcóticos contra el mal de amor.
Le dibujaba un mundo real
no uno color de rosa,
pero ella prefería escuchar
mentiras piadosas.
martes, junio 15, 2004
el Rene at 7:03 p.m.
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