miércoles, junio 30, 2004

Después de varios días de intenso trabajo regreso a mi nivel normal.

El homicidio de un reportero. Una marcha en el DF y otra en Tijuana. Un desmadre en el Congreso del Estado.

No hay ni por donde empezar.

Lo único que en estos momentos descubro es que llegamos a la mitad del año. Jamás se me había pasado tan rápido el tiempo. Ahorita solamente pienso en poder ir a Las Vegas, tomarme unos ricos vodkas con jugo de cranberry, cortería de los casinos.

Con la muerte del editor de Zeta me vinieron cosas a la mente. Lo primero es que son fregaderas que a dos niños les haya tocado la muerte de su padre. El simple hecho de imaginarlo me genera coraje.

Lo segundo y no se porque fue una relación directa en mi mente, el hecho de planificar. La muerte, lo mismo para Ortiz Franco que para el caso de otra compañera de El Mexicano, llegó de forma prematura y dejó colgando cualquier proyecto.

Si he de ser sincero, me dolió más la muerte de Virginia Fernández que la de Ortiz Franco. La traté más y conviví más con ella.

Días después de las dos muertes me quedó esa sensación de que igual me puede pasar a mi. En un rápido ejercicio mental establecí prioridades, algunas más complicadas que otras. Unas sumamente sencillas.

El domingo de la marcha, cuando lo lógico sería ir a cubrirla, decidí cumplir la primera prioridad y salir rumbo a rosarito a comer mariscos, caminar en la playa, comprar una enorme maceta de barro y finalmente ir a un invernadero.

0 y tú que piensas?: