sábado, abril 10, 2004


DE COMO EL FUTBOL ME VOLVIO UN MEJOR HOMBRE

Podría sonar pretencioso decir que el futbol es uno de los deportes, una de las actividades que más alegrías pueden brindarle a un hombre. Pero en Sábado de Gloria me vale madre sonar pretencioso.
Antes he dicho aquí que nada alegra mi semana que vivir una doble jornada o tener la oportunidad de disfrutar de un partido de la champions league en miércoles o jueves.
Aprovechando los días santos, hago un momento de reflexión respecto a un tema tan importante y fundamental en la vida del hombre como es el disfrute de este deporte.
Ver un partido de futbol es una de las actividades que más tranquilidad le ha dado a mi vida. Ver un juego de los Pumas es obviamente algo extraordinario. Para mi desgracia pocas oportunidades me ha dado la vida para ver partidos en vivo.
Otros deportes me entretienen, como el futbol americano, el beisbol y extrañamente el tenis.
Sin embargo el futbol tiene algo más.
Mi ritmo alcohólico se mueve al ritmo del futbol. Con excepción del tequila de aperitivo diario y un whisky con dos hielos para las noches de tensión, tomó bebidas alcohólicas cuando hay partidos.
Esto me ha generado algo muy particular, he aprendido a beber sólo. Y es que para mí el futbol es mejor verlo sólo o a lo mucho acompañado de una o dos personas tan interesadas en el partido como uno.
Los partidos trascendentales de la selección mexicana en el mundial los he visto sólo, porque eso de armar una carne asada me parece una distracción.
Los partidos se ven mejor solo, en silencio, con excepción de pequeños gritos de emoción o coraje y los clásicos apuntes tácticos como director técnico amateur.
El futbol se ve mejor con comida formal. Las botanas son para el medio tiempo.
Un chicharrón prensado, bisteces en salsa verde, albóndigas, y todo aquel platillo que pueda prepararse en tacos es bueno. Acompañado de frijoles, queso fresco y aguacate.
Las bebidas pueden variar He visto partidos con cerveza, whisky, cubas libres, desarmadores e incluso con margaritas.
Gracias al futbol he podido tener pláticas con personas que de otra forma hubiera que tenido que pasar callado. Puedo no saber algo de una persona, pero si le gusta el futbol de inmediato tiene un punto a su favor.
Gracias al futbol he dejado de juzgar a las personas por su apariencia. Por más patético, culturoso (diría el Chango) o pobre que sea una persona, siempre puede ganar un punto por su afición al futbol. Si le va a los Pumas, digamos que ya casi es mi hermano.
Gracias al futbol me he vuelto un buen cristiano, y es que el domingo lo espero con gran fervor, como si se tratara de la misa de 10. Me hace permanecer en casa.
En una jornada normal del futbol mexicano, puedo llegar a ver hasta siete partidos, lo que significa que observé eso en la televisión en lugar de estar viendo algo como La Hora Pico, La Academia o las telenovelas.
Y es que pensando en lo que necestio... una televisión, un sistema de cable o satelital para ver futbol, y una botella de whisky bastarían para hacerme feliz. Algo así como el woolfiano "cuarto propio".

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