viernes, abril 30, 2004

Hay quienes tienen disciplina y quienes tienen tiempo. Yo no tengo ninguna de las dos cosas.
Soy muy flojo y pierdo el tiempo con mil cosas sin importancia.

Escribo más en la mente que en el blog. Voy manejando y pienso en cosas que podría pasar aquí, pero a la hora de la hora, o no me acuerdo o no tiene importancia.

...

Leo que Daniel Salinas critica el fenómeno que se genera en torno a un literato muerto, cuya muerte sirve como su principal campaña de promoción.

Es cierto, muchas veces nada más falta que alguien muera para convertirlo en uno de los "grandes".

Pero en el fondo no lo veo tan mal. Partiendo del principio de que la mayoría no lee, el morbo puede servir para que mínimo lean un cuento o una novela del difuntito. He de confesar que nunca he leído a Bolaño y que justo ahora tengo un libro de cuentos que me regalaron.

Por qué no lo había leído, por dos razones sumamente sencillas. Porque no tenía mayores referencias de él y porque sus libros cuestan un buen billete.

La cultura del sobreruedas me ha llevado a creer que una película que cuesta más de 20 y un libro de más de 40 son caros. Además, tengo una gran biblioteca con cientos de libros sin leer. Tengo a un costado en estos momentos La Vida Breve de Onetti, Héroes de Ray Loriga (para relectura) y Santuario, de Faulkner.

Una novela, un poema o un cuento deben hablar por si mismos, lo entiendo. Pero un poco de contexto a veces no daña. En un plano simple me debería valer madre si el autor es negro, judio o ciego. Sin embargo son detalles que pueden darle algo más al texto, igual que se lo da mi propio contexto, estado de ánimo y hasta lugar en el que leo el libro.

Hay libros que tienen grandes críticas, libros que para gente a la que respeto como lectores les han parecido obras maestras, pero yo al momento de leerlas simplemente no encuentro nada, excepto a lo mejor un buen uso del lenguaje, las metáforas o la psicología de los personajes.

He leido buenos libros en malos momentos. Y me refiero malos momentos en el sentido de que a lo mejor no lo disfruto o lo leo sin el ánimo que merecen. Es entonces cuando los dejo a la mitad y los pospongo para una mejor ocasión. Si el libro es malo a la mitad, hasta ahí llego. Y es que me entra el remordimiento de estar perdiendo el tiempo pudiendo leer algo mejor.

0 y tú que piensas?: