sábado, noviembre 24, 2007

El Don

Prefiero una tumba en Colombia que una cárcel en Estados Unidos. La frase es de Pablo Escobar y con ello resumía la visión que se tenía de terminar preso bajo el sistema de justicia gringo.
Nunca he estado cerca de nadie que las conozca ni tampoco tenco referencias para establecer el miedo a las prisiones de este país. A lo más son lejanas referencias periodísticas, un par de casos como el del expresidente panameño Manuel Antonio Noriega.
En México conocí al menos tres cárceles. La modernisima, según promueven, cárcel de El Hongo, fue la última. Antes de esa recorrí las instalaciones del pueblito, en La Mesa, así como la cárcel de La Ocho, en pleno centro de Tijuana y cuyo operativo de desalojo me tocó cubrir.
Las tres mostraban el descuido y ambiente tétrico que muchas veces se ha reflejado en los medios. Recuerdo que en una universidad gringa había una campaña para que los jóvenes no viajaran a hacer desmadres a Tijuana, con una frase clásico: No quieres conocer una cárcel mexicana.

Pero el encanto de las prisiones mexicanas está en su corrupción. Lo mismo puedes meter droga que un mariachi, prostitutas o medicinas. Alcohol o a tus hijos. Así era el pueblito. Vivir ahí para un narcotraficante debe ser más agradable que estar en una americana.

Y a pesar de eso, no veo reacciones de los narcotraficantes como pasó en Colombia. No veo ese temor a irse a Estados Unidos como para pensar en medidas drásticas y arriesgadas. Será porque hasta el momento los que se han ido son del Cártel de los Arellano en su mayoría.

Leo que entre quieren podrían irse está Jesús Labra, famoso cerebro operativo de los Arellano Félix. Me llama la atención que la ignorancia chilanga permanece. Me tocó cubrir la nota de su captura en la Prepa Federal Lázaro Cárdenas, durante un partido de futbol. Recuerdo que el entonces jefe de información del gobieno estatal, Angel Gómez, logró tomar fotografías del momento, ya que el participaba no se si como ayudante o couch de uno de los equipos de futbol que jugaba ese día.

Aunque todo mundo conocía a Chuy Labra y apareció varias veces en la página de sociales, siempre se le mencionaba como "Don Chuy". El don tan importante porque le daba el nivel que quería tener. No era un narco, era algo más, ese cerebro. Pero llegaron los reporteros chilangos a irse por el boletín. Y ese "Don Chuy" se convirtió en "El Chuy", que bajón, No hay derecho.

El caso es que pronto podría estar visitando San Diego. Definitivamente los tiempos han cambiado, el mito casa vez es más recuerdo.

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