Quemando naves...
Cuando salí de Tijuana y me establecí en Dallas pensaba que había que quemar las naves. A manera de proyecto personal - y familiar - estaba convencido de que mi futuro se encontraba en otra parte. Salí huyendo de la violencia y de un trabajo que no me brindaba ya ninguna emoción. Creí en ese momento que todo lo que podía aprender del periodismo como corresponsal lo había aprendido ya. Con una familia, estaba harto de salir corriendo en busca de una balacera, de un operativo que no llegaría a nada, sobre todo porque estaba yo ahí parado afuera de PGR mendigando datos, para que seis horas después un reportero en la Ciudad de México recibiera directo de PGR un comunicado y toda la nota se firmara allá. Estaba cansado y la oportunidad de hacer otra cosa fue demasiado.
Nunca sufrí demasiado con el Síndrome del Jamaicón. Y desde un inicio, quizás aquí mismo lo escribí, pensaba que había quemado mis naves.
Pero la ciudad me ha tratado mal. Demasiado. Sobre todo ha tratado mal a mi familia. He visto más médicos aquí que los que había visto en toda mi vida en Tijuana. No estoy diciendo que piense regresar. Sin embargo creo que no puedo ver la situación de la misma manera en que lo veia hace un año. Las naves quemadas están y quizás no es cuestión de empezar a comprar madera para construir nuevas. Es sólo cuestión de ir averiguando dónde las venden.
martes, noviembre 06, 2007
el Rene at 10:45 a.m.
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