sábado, mayo 22, 2004

De cómo descubrí que el término Metrosexual no tiene nada que ver con el servicio de transporte.

Luego de un momento de reflexión y lectura he de confesar que soy Metrosexual. El término recientemente lo escuché y hasta hace unos días logré entender su significado.
Antes se decía que eras medio fashion. Hoy el término está más refinado.

Según el término estricto, elaborado por Mark Simpson, un metrosexual es un hombre que se quiere a sí mismo.

Sin embargo ahora es sinónimo de un hombre que se preocupa por su apariencia física, el cuidado de su piel, de su cabello, de su ropa.

Con un pasado difícil, digno de un comercial de asepxia o cualquier otro sobre acne, me quedó el trauma. Fue hace algunas semanas, quizás meses cuando comencé a preocuparme por el estado de mi piel, para lo cual hice acopia de jabón neutro y una crema especial.

El asunto del cabello no es tan importante porque lo tengo recortado.

Sin embargo con la ropa es cosa aparte. Cuando no eres agraciado físicamente lo menos que puedes hacer es vestirte bien. En una chamba como la mía la presencia es importante.

Aunque no diario, trato de vestir de camisa y pantalón todos los días. Muchas de las veces con su respectiva corbata.Y es que la corbata tiene un significado especial para mí, es lo que representa en sí mi trabajo.

Así como un doctor puede llegar el trabajo y dejar a un lado su bata blanca, lo mismo representa la corbata. Quitarme la corbata es quitarme el disfraz de reportero. En el fondo me gusta usar corbata, me gusta la formalidad que refleja.

Es quizás ahí donde me sale mi lado burgués, clasemediero pero burgués, donde busco corbatas para combinar, me preocupo de colores, texturas, etc.

Otra razón para usar corbatas es la molestia que me causa la imagen que se tiene del reportero. Esa imagen que de alguna forma, hay que decirlo, vino a cambiar el Frontera.

Los reporteros tienen fama de muertos de hambre. Literalmente. cuando un vocero te quiere convencer de que asistas a una rueda de prensa las palabras mágicas son: va a haber comida.

Y lo peor no es que lo digan, sino que un 70 por ciento de los que acuden lo hacen por el desayuno. No faltan las anécdotas de aquellos que tienen el cinismo de pedir para llevar.

Muchos de los reporteros, una gran parte, no le da importancia a su forma de vestir. Y no se trata de un perfil, no se trata de decir que la vieja guardia es descuidada y la nueva no. Conozco muchos reporteros viejos, cada vez menos eso si, que acudían a las ruedas de prensa vestidos de manera impecable.

Ahora es posible encontrar a quienes asisten con una camiseta vieja, de esas que la lavaron muchas veces hasta desaparecer el dibujo. Con camisas de los sesentas, todas remendadas o incluso, volviendo a las anécdotas, quienes acudieron en leotardo (conferencia en PGR por 1998 o 99)

Ante ese escenario, no me queda más que tratar de acudir bien vestido (aunque luego Don Chango 100 me confunda con reportero del Frontera).

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