Ser vegetariano es casi como ser Testigo de Jehova o Musulmán. El asunto de comer carne o productos derivados directos de animales se ha convertido para muchos en un asunto tan grave como la religión.

Desde muy pequeña edad me dediqué a rechazar las verduras, por considerarlas de un sabor desagradable, pero además de tener una textura capaz de provocarme naúseas y vómito.

Esto ha ido cambiando con los años y cada vez incorporo más vegetales a mi dieta diaria. Sin embargo, la carne sigue siendo el plato principal de toda comida. Pasar más de tres días sin comer bisteces representa para mí reflejo de que estoy enfermo de algo.

Mi problema no es con el vegetarismo (o vegetarianismo??). Es con aquellos que no solamente no comen carne, sino que te quieren convencer de que tu tampoco lo hagas. No conforme con no aceptar una posición distinta, los vegetarianos te observan como si fueras un maldito, hereje o a lo más imbécil.

Por una extraña relación de hechos y el clásico escenario de prejuicios, siempre he pensado que los gustos sexuales tienen que ver con los gustos alimenticios, así que un vegetariano siempre me parece medio gay. Esto no tiene mucho que ver con este mensaje pero no pude evitarlo.

Estados Unidos, cuna de lo absurdo y estúpido en nuevos comportamientos, ha desarrollado ahora una nueva moda relacionada con los alimentos "crudos", por lo que la dieta se basa en platillos preparados sin que intervenga ningún tipo de proceso de cocimiento o calentamiento.

El ejemplo más claro es el arroz, cuya preparación es a base de sumersión en agua hasta ablandarlo y así poder comerlo.

Nunca he tratado de convencer a un vegetariano de comer carne, como tampoco he tratado de convencer a un chilango de que Tijuana no es solamente drogas y prostitutas.

Cada quien que viva en el error que quiera. Total, cuántos priístas y panistas no tiene esta ciudad como para buscar convertirlos. Esta experiencia lograda, se fortaleció hace algunos años, cuando un amigo se volvió vendedor de Amway.

Esos son los peores.