miércoles, mayo 12, 2004

La simplicidad en la vida ha sido desarrollada por los gringos a casos extremos.

Hay algunas cosas que son atractivas, que son útiles, pero en otros casos rayan lo ridículo y estúpido.

Como por ejemplo ese aparato construido especialmente para apachurrar los botes vacíos de aluminio y poderlos reciclar. Cuantos pepenadores de nuestras calles se volverían felices de no tener que gastar energía en pisar los botes y en su lugar utilizar un dispositivo manual (debe haber versiones eléctricas) para que los botes queden totalmente apachurrados. No creo que muchos, preferirían mejor una botella de licor o un pan bimbo.

Entiendo que una pequeña lámpara que se coloca en un libro para leer es algo útil, lo mismo que un cojín especial para el cuello cuando uno viaja en avión o tren por varias horas. Pero de ahí a colocarte un pequeño dispositivo eléctrico en una rodilla que te da descargas imperceptible para que la sangre circule facilmente y no se te duerma la pierna, creo que se ha ido muy lejos.

Me gusta la vida simple. Un partido de futbol, una botella, una botana.

Dos hielos en un vaso es más que suficiente para el whisky.

Sin embargo, un poco de complicación te permite valorar la vida.

Nada como un pequeño toque de miseria para valorar la vida burguesa.

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