TURISMO EN LA CRUZ ROJA
Pernoctar en la Cruz Roja representó una experiencia extraña. Por un lado el tener la preocupación del pequeño Nemo y su inestable salud y por otro el observar el movimiento que se vivía.
En las horas que estuve en la sala de urgencia (antes de pasar a pediatría) pude ver varias historias. El hombre de 40 y tantos años que tras celebrar el día de las madres y con unos tragos encima volvía a casa y en un entronque, en gato bronco e insurgentes se impacto de frente contra otro carro.
Llegó vivo al hospital, con un camillero encima de la camilla. Minutos después el equipo de médicos salía triste, agotados, mientras una enfermera preparaba la bolsa para el cadáver al ritmo de ?mesa, mesa, mesa que más aplauda?.
Minutos después llega el conductor de un taxi, quien resulto chocado en el mismo accidente. El estaba en un mal lugar en un mal momento, pero para ponerle sabor también estaba embriagado.
Afuera, intentando obtener información, los familiares fueron llegando. Los médicos decidieron no dar a conocer nada hasta que pasaran algunos minutos.
No habían pasado ni 15 minutos cuando reportan un herido de bala. Cuerno de Chivo, dijeron primero. Después el socorrista precisaría que era una 45. Era un joven de 16 años que al guardar el arma se metió un plomazo en el fémur y lo fracturó.
Los familiares venían detrás de él. El padre, prepotente, pedía la mejor atención y molestaba a las enfermeras por no darle prioridad.
En pediatría las historias no eran menos graves. La de Manuel es quizás la más conocida, por la difusión que se le dio en los periódicos locales.
Es un niño de 6 años, con parálisis cerebral, cuya madre tenía totalmente descuidado, con el peso de un niño de 2 años, golpes y todos los aderezos de la violencia intrafamiliar.
Come a través de una sonda en el estómago. No mueve los brazos y las piernas con dificultad las flexiona. Ese es su futuro, no hay nada más que se pueda hacer por él. Su madre sigue en la Penitenciaría del Estado. Y su respuesta, sin ser justificación es real: ?Es que somos muy pobres?.
Al lado de Manuel está Marilín, una niña de calculo unos 4 años cuya cabeza quedó por minutos debajo de la llanta de un carro.
Lo único que la salvo es que jugaba en un monte de arena, por lo que la llanta le daño el hueso de la cabeza, pero no la destrozó. Las secuelas, dicen los médicos, estarán de por vida, sin embargo tras permanecer cinco minutos muerta revivió gracias a los socorristas.
Al igual que con Manuel, la justificación de la madre fue la pobreza, la ignorancia, y la necesidad de dejar a la niña con su madre cuidando mientras ella trabaja.
La tercer cama la ocupa Adrián, cuyos pulmones no terminaron de madurar y ahora enfrenta problemas respiratorios.
Finalmente con todo ese escenario me tranquilizó saber que el pequeño Nemo sería dado de alta y su problema era menos grave de lo que pensabamos.
martes, mayo 11, 2004
el Rene at 10:53 p.m.
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